En recuerdo de “La Chorreada”, Blanca Estela Pavón.

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María Blanca Estela Pavón nació un 21 de febrero de 1926 en Minatitlán, Veracruz; a temprana edad, la hija de don Francisco Pavón y Josefa Vasconcelos tuvo claras inclinaciones artísticas  que obligaron a su madre a inscribirla a clases de danza. La pequeña también gustaba de la actuación: a manera de juego, improvisaba diálogos y escenografías para deleitar a sus amigos con alguna historia.

Al cumplir nueve años, emprendió una carrera como actriz radiofónica en la ciudad de Orizaba. Al notar sus cualidades, su familia se mudó a la ciudad de México, en donde completó sus estudios escolares de nivel primario y tomó clases de música en la Academia Alma Mexicana. Blanca Estela continuó su travesía ante los micrófonos de radio y participó en diversos concursos que buscaban talento infantil y juvenil, hasta llegar a la estación XEQ, en donde formó parte del programa La legión infantil mexicana.

En 1937 debutó en el cine mexicano con la cinta Huérfanos del divorcio, proyecto que quedó inconcluso por falta de presupuesto. Ese mismo año, bajo las órdenes del director y actor René Cardona, participó en la película Allá en el Rancho chico. Debido a su experiencia como actriz de radionovelas, los estudios norteamericanos de la Metro Golden Meyer la contrataron en 1939 para que realizara el doblaje al español de la voz de Vivian Leig en la película Lo que el viento se llevó.

En 1941 alternó su trabajo radiofónico con el cine y participó en la cinta La liga de las canciones; aunque su primer encuentro con el actor Pedro Infante se dio en Cuando lloran los Valientes, bajo la dirección de Ismael Rodríguez. Este trabajo le haría ganar más tarde el codiciado premio Ariel por su destacada participación. El proyecto fue el encuentro más fructífero en la carrera de estos tres emblemáticos personajes del cine nacional. A partir de esta unión, sus respectivas carreras se consagraron.

Para 1946 repitió mancuerna con Pedro Infante e Ismael Rodríguez en la cinta Vuelven los García, donde dio vida a ‘Juan Simón López’, una mujer salvaje con deseos de venganza que se transforma en una dulce joven. Ese mismo año fue requerida nuevamente por la industria americana para doblar la voz de la actriz Ingrid Bergman en la película El cartero llama dos veces, y filmó en nuestro país, al lado del actor español Ángel Garasa, El niño de las mojas.

Para 1947, con Nosotros los Pobres, adquirió su emblemático mote de ‘La chorreada’, la novia de ‘Pepe el toro’. Esta película es quizá la más recordada en su carrera. Ahí da vida a la humilde ‘Celia, la Romántica’, quien se distingue por ser una joven de buenos sentimientos y valores.

En 1948, y nuevamente bajo la tutela de Ismael Rodríguez, alternó con Pedro Infante en Los tres huastecos. Una divertida comedia que nos permite apreciar el lucimiento actoral de Infante, al dar vida a los triates Andrade. Ese mismo año filma Ustedes los ricos, segunda parte de Nosotros los pobres. Esta vez, ‘Celia’ es la esposa de ‘Pepe’ y madre de su hijo ‘El Torito’, quien habrá de perecer en un incendio provocado por ‘El Tuerto’, enemigo de su marido, papel protagonizado por el gran actor Jorge Arriaga. Blanca Estela logró consagrarse como la figura femenina del momento en aquella década. Una auténtica actriz de taquilla, aunque algunos reporteros de cine la encasillaron como «un producto comercial y populachero de Ismael Rodríguez». Sin embargo, su participación en esta historia le mereció una nueva nominación al premio Ariel.

Sería 1949 el año en que compartió su última cinta con Pedro Infante en La mujer que yo perdí, originalmente llamada en preproducción: Lo que no pudo ser. Su papel de ‘María’ resulta convincente como una mujer humilde del campo, fiel enamorada de un hombre ideal. Como si fuera una premonición, esta historia es una tragedia en la que su personaje muere entre los brazos de su amado. Otras historias recordadas de esta bella y singular actriz son En cada puerto un amor, Las puertas del presidio y Ladronzuela; todas filmadas en 1949.

A mediados de septiembre de 1949 emprendió una serie de exitosas presentaciones en algunos estados de la república mexicana; su popularidad se encontraba a la alza y era requerida en diversos eventos.

El 26 de septiembre sucedió la desgracia: el avión en el que se dirigía a la ciudad de México, procedente de Chiapas, un bimotor Douglas DC3 de Mexicana de Aviación, se desplomó en las inmediaciones del Pico del Fraile, en la parte sur del volcán Popocatépetl. Murieron un total de 26 pasajeros, entre ellos, el padre de la actriz, don Francisco Pavón; también el senador Gabriel Ramos Millán y el historiador Salvador Toscano. Como causas del accidente se especularon escasa visibilidad y turbulencias que hicieron imposible el control de la nave. Durante las labores de rescate, el cadáver de la actriz fue envuelto en un sencillo petate para ser trasladado en descenso sobre una mula.

Algunas fuentes informativas de la época nos dicen que Pedro Infante tomó parte en la búsqueda de los cuerpos en el lugar del siniestro; que inclusive pidió ayuda a los brigadistas de montaña a través de la radio y que inspeccionó en una avioneta el área del percance. Lo que se sabe con certeza, es que quedó consternado, visiblemente conmovido y deprimido por la pérdida de su compañera cinematográfica.

Años más tarde, Pedro e Ismael rendirían un homenaje a la actriz en la cinta Pepe el Toro, al colocar su imagen en un altar para evocar su presencia en la historia, no sólo de la saga fílmica, sino de sus propias vidas. Al igual que la de Infante, la muerte de Blanca Estela estuvo envuelta por la leyenda del vaticinio. Algunos aseguran que una gitana le leyó la mano a la actriz y le hizo la advertencia de que moriría a causa de una bola de fuego.

Lo que resulta increíble de esa desgracia es que originalmente la artista no debía abordar ese avión, pues ya no había asientos disponibles. La urgencia por llegar a la capital para cumplir sus compromisos la llevaron a pedir, como favor especial, que se le consiguieran dos pasajes. En algunas fuentes se asegura que un matrimonio, al verla afligida, le cedió sus boletos. Otras más, mencionan que se trató de los señores Rafael Muñoz y Antonio Rodríguez. También se citó a la bailarina de flamenco Blanca Evangelina Chávez. La actriz, Yolanda Montes, mejor conocida como ‘Tongolele’, afirmó casi 50 años después de la tragedia, que en realidad fue ella quien le cedió su lugar.

Al morir, Blanca Estela Pavón tenía 23 años de edad y 16 películas filmadas. Su partida se dio en el mejor momento de su carrera. Fue de las pocas actrices multifacéticas: lo mismo hacía radio, cine, teatro, doblaje y música; aunque esa última pasión no logró complementarla y sólo grabó un disco con temas del maestro Manuel Esperón.

Su tumba en el Panteón Jardín se aloja en el mausoleo de la familia Pavón Vasconcelos, detrás de la sepultura de Pedro Infante. Ahí llegan sus admiradores a dejarle flores, cartas y saludos. Se asoman hacia el interior de la reja que resguarda un altar donde permanece su fotografía , como si por un momento pudieran encontrarse con esa mirada tierna que sedujo a varias generaciones.

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